AQUÍ EL PUEBLO LLORÓ SU MÁS GRANDE DOLOR
El reloj de la torre que caracteriza al Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires, por entonces sede del Ministerio de Trabajo y Previsión de la Nación y de la Fundación Eva Perón, se detuvo marcando la fatídica hora como símbolo de que el tiempo se había paralizado con la muerte.
La CGT la proclamó “Mártir del trabajo” y solicitó al gobierno nacional que decrete los máximos honores, declaró duelo por 30 días, a la vez que dispuso un paro de actividades que no afectaría los servicios indispensables durante 48 horas en todo el país.
También a pedido de la central obrera la Capilla ardiente se instalaría en la actual Legislatura porteña. Inmediatamente, el Pueblo comenzó a concentrarse en los alrededores al mismo tiempo que llegaban las primeras flores. En menos de 24 horas hubo 18.000 coronas florales.
El Poder Ejecutivo decretó dos días de Duelo Nacional con suspensión de las actividades oficiales. La enseña patria se izaría a media asta, habría honores militares y la Cancillería gestionaría rogativas en todos los templos. Las Fuerzas Armadas durante el velatorio y sepelio desplegarían dispositivos correspondientes a un Presidente de la República que muere en el desempeño de sus funciones.
De inmediato, el Ministerio de Salud Pública previó la atención a los accidentados poniendo en las calles mil camas y cuarenta puestos sanitarios, operativo que dirigió y supervisó personalmente su titular, el gran médico sanitarista Ramón Carrillo.