CONTAMINACIÓN CON PLOMO
Los altos niveles de plomo registrados en varios barrios porteños afectan “especialmente a los niños, que son el principal grupo de riesgo”, reveló un informe elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, que reclamó al Gobierno porteño “políticas activas para controlar y prevenir” la contaminación.
Los altos niveles de plomo registrados en varios barrios porteños afectan “especialmente a los niños, que son el principal grupo de riesgo”, reveló un informe elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, que reclamó al Gobierno porteño “políticas activas para controlar y prevenir” la contaminación.
“La intoxicación con plomo es considerada por el Ministerio de Salud de la Nación como la principal enfermedad ambiental previsible de la niñez, por lo que sólo es cuestión de tomar las medidas necesarias”, dijo Bárbara Rossen, subsecretaria de Derechos Urbanos y Ambientales de la Defensoría.
La arquitecta y autora del informe, publicado a fines de agosto, apuntó que según el relevamiento “los estudios epidemiológicos en niños y las muestras de suelo analizadas revelaron una alta presencia de plomo, y eso afecta principalmente a los chicos, que son el principal grupo de riesgo”.
El informe precisó que la mayor cantidad de plomo se detectó en villas, cementerios de autos y basurales a cielo abierto, ubicados especialmente en la zona sur de la Ciudad.
“El aumento poblacional de los últimos años en la mayoría de los asentamientos porteños da cuenta de la potencialidad del riesgo ambiental”, precisó el documento y enfatizó que “la problemática requiere políticas activas para controlar y prevenir la contaminación y no debiera ser desatendida por los funcionarios”.
La Defensoría mencionó además en su relevamiento un estudio realizado en 2013 por la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), donde se evaluó a 962 niños menores de seis años y a 95 embarazadas de la Villa 21-24, en el barrio de Barracas.
En esa ocasión se detectó que un 25 por ciento de los chicos mostraba valores de plomo en sangre mayores a los permitidos (5 ug/dl, o miligramos por decilitro de sangre), por lo que un 21 por ciento de ellos padecería “un probable retraso en su desarrollo”.
Otro estudio referido fue el realizado por el Hospital General de Agudos Cosme Argerich, que se conoció en marzo y evaluó a 100 niños entre 2 y 10 años del barrio Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur y lindante con un cementerio de automóviles.
El relevamiento reveló que 25 de los 100 niños presentaba valores iguales o mayores a los permitidos, mientras que ninguno presentó valor 0.
“No entendemos por qué la Ciudad incumple sus funciones, que son monitorear y remediar los terrenos contaminados, y permite que siga viviendo allí la población; se trata de sectores vulnerables y es el Estado el que debe encargarse de protegerlos”, cuestionó Rossen.
También se observó que “la escasa implementación de mecanismos de detección de riesgo y la falta de equipamiento propio en los establecimientos de salud para el diagnóstico, no sólo obliga a derivar muestras y estudios fuera de su jurisdicción, sino que contribuye a gestiones burocráticas y gastos indebidos.
“Pedimos al Gobierno porteño que se haga el monitoreo del suelo, el agua y el aire y un plan de acción para la remediación ambiental”, subrayó la funcionaria.
También instó a la ministra de Salud de la Ciudad, Graciela Reybaud, a que se compre “el equipamiento específico para la determinación de metales pesados en al menos uno de los hospitales porteños”.
El plomo ingresa al cuerpo por vía inhalatoria, digestiva y transplacentaria y se deposita en los huesos provocando, según las concentraciones en sangre y el tiempo de exposición, intoxicación aguda o crónica.
La forma aguda se manifiesta con síntomas gastrointestinales como lesiones erosivas de la mucosa, anorexia, cólicos abdominales, constipación, trastornos respiratorios y neurológicos, como letargo, irritabilidad, ataxia, convulsiones y coma.
La intoxicación crónica genera neuropatía periférica, cólico saturnino, anemia, nefropatía intersticial crónica, gota saturnina, depósito de plomo en hueso e inmunosupresión.
Sin embargo, las principales manifestaciones se dan a nivel neurológico e incluyen retardo mental, trastornos del aprendizaje, alteraciones de conducta, deterioro del coeficiente intelectual, pérdida de la memoria y ansiedad.