Al arsenal oficial contra esa divisa se sumó también el primer ajuste al alza en las tasa de interés que también validó el BCRA desde que, a fines de 2017, el Gobierno le impuso bajarlas.
Ambos movimientos dejaron a la vista un cambio en la estrategia oficial para enfrentar la corrida contra el peso, que alcanzó anteayer una magnitud tal que hizo a algunos compatriotas recordar episodios de pasadas crisis y casi no perdió intensidad en la víspera, pese a la combinación de instrumentos a la que apelaron las autoridades para tratar de contenerla.
“Tenemos un Banco Central robusto, con reservas, un equipo muy sólido. Lo más importante es darles tranquilidad a los argentinos de que no hay motivo para pensar que esto pueda indicar una crisis ni mucho menos. La economía está avanzando, así que no hay que prender luces de alarma y sí ocuparse, como corresponde”, sostuvo el funcionario al ser consultado sobre las razones que impulsaron anteayer una venta de reservas de casi US$1500 millones.
La dimensión que alcanzó el reflujo de los fondos que habían entrado al país fuertemente en 2017 para aprovechar un tipo de cambio estable y tasas de interés positivas (en un mundo por entonces dominado por las tasas bajas) pareció convencer al BCRA de dosificar esfuerzos y sumar artillería para enfrentar la embestida.