PROPONEN DECLARAR CIUDADANO ILUSTRE AL PAPA FRANCISCO
La iniciativa pertenece al legislador Claudio Romero, quien en sus fundamentos expresa que
Si bien el perfil de su papado adquirió características únicas y singulares, no
podemos dejar de señalar que su enfoque en muchas temáticas tuvo su
origen durante su ejercicio sacerdotal en la Ciudad de Buenos Aires. Esto
no sólo denota una gran coherencia, sino también un rasgo distintivo de
nuestra ciudad, y es por ello que propone declarar Ciudadano Ilustre de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires a Jorge Mario Bergoglio, el “Papa
Francisco” sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Francisco nació el 17 de diciembre de 1936 en una familia de inmigrantes
piamonteses; su padre, Mario, era contador y trabajaba en el ferrocarril y su
madre, Regina Sívori, se encargaba del hogar y de la crianza de sus cinco
hijos. Inicialmente se formó como técnico químico, pero luego optó por el
camino del sacerdocio, ingresando al seminario diocesano en Villa Devoto. En
1958 se unió a la Compañía de Jesús y completó sus estudios en humanidades
en Chile, obteniendo más tarde un título en filosofía y teología en el Colegio
San José.
Recibió la ordenación sacerdotal en diciembre de 1969, comenzando un
camino que lo llevaría a desempeñar roles de relevancia. Continuó su
formación en la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, España; en 1973
emitió su profesión perpetua; fue maestro de novicios en Villa Barilari, San
Miguel; profesor en la facultad de teología; consultor de la provincia de la
Compañía de Jesús; y también rector del Colegio.
Entre 1973 y 1979, se desempeñó como provincial de los jesuitas en
Argentina. Su carrera continuó creciendo: reanudó su trabajo en el campo
universitario, fue rector del Colegio de San José y párroco en San Miguel. Se
trasladó a Alemania para finalizar su tesis doctoral. Posteriormente, fue
enviado al Colegio del Salvador en Buenos Aires y luego a la Iglesia de la
Compañía en Córdoba, donde ejerció como director espiritual y confesor. Es
autor de los libros Meditaciones para Religiosos (1982), Reflexiones sobre la
Vida Apostólica (1986) y Reflexiones de Esperanza (1992).
En 1992, fue nombrado obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires por
el Papa Juan Pablo II. Luego, fue nombrado vicario episcopal de la zona de
Flores y, en 1993, se le encomendó también la tarea de vicario general de la
arquidiócesis. Posteriormente, en 1998, asumió como arzobispo de Buenos
Aires y primado de Argentina. En 2001, fue designado cardenal por Juan
Pablo II, y su influencia no hizo más que aumentar, tanto en América Latina
como a nivel internacional. Es así que, en octubre de 2001, Francisco fue designado como relator general
adjunto en la décima asamblea del Sínodo de los Obispos, enfocada en el
ministerio episcopal. Durante el sínodo, Francisco resaltó la importancia de la
“misión profética” del obispo como portavoz de justicia y fiel expositor de la
doctrina social de la Iglesia. En 2005 participó en el cónclave para la elección
papal. Asumió ese mismo año la presidencia de la Conferencia Episcopal
Argentina, cargo que ocupó hasta el 2011.
Como arzobispo de Buenos Aires, Francisco delineó una misión urbana
centrada en la difusión del mensaje de la iglesia y la comunión, con énfasis en
la creación de comunidades abiertas; el protagonismo de un laicado
consciente; la evangelización dirigida a cada habitante de la ciudad; y la
atención a los pobres y enfermos. En 2009, lideró una campaña para celebrar
el bicentenario de la Independencia Argentina, con la meta de completar
doscientas obras de caridad hasta 2016. Desde 2005 hasta 2011, fue presidente
de la Conferencia Episcopal Argentina.
A nivel internacional, su influencia se consolidó con su participación en
congregaciones clave, como las de culto divino, disciplina de los sacramentos,
para el clero, para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida
apostólica, así como en el Consejo Pontificio para la Familia y en la Comisión
Pontificia para América Latina.
Su estilo de vida sencillo y su gusto por el tango, el fútbol como un hincha
más del Club San Lorenzo, su propuesta siempre por el diálogo y la inclusión,
su estilo de vida austero, así como su dedicación y humildad en sus labores, le
ganaron el título de “obispo de los pobres”. Creo la línea “pastoral villera”
para fortalecer la presencia y la cercanía en barrios populares. También
destacó por su apoyo a causas sociales, como la lucha contra la trata de
personas y el acompañamiento a víctimas de tragedias, como el caso de
Cromañón en 2004 y el accidente de Once en 2012.
Finalmente, el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, Jorge
Bergoglio fue elegido Papa, tomando el nombre de Francisco y pidiendo,
desde su primera aparición: “Recen por mí”. Se convertía así en el primer
Papa americano. Así como ha sido un líder clave en tiempos difíciles en Argentina, ha
promovido desde el papado el diálogo y la reconciliación en medio de
tensiones políticas y económicas. Su influencia trasciende la Iglesia,
participando activamente en debates sobre pobreza, trabajo infantil y
corrupción, así como en la promoción de la paz y el diálogo interreligioso. Ha
implementado reformas profundas en la Curia Romana, enfocándose en
mejorar la transparencia financiera y la administración, y en fortalecer las
relaciones con la comunidad. Entre sus prioridades están la lucha contra la
pedofilia y los abusos, así como la protección de menores y migrantes. Su
influencia mundial se ha manifestado en numerosas ocasiones, llevando a
cabo una misión que aporta valores a la sociedad global.
Entendiendo la historia de nuestra Nación, estamos asistiendo, sin duda, a
uno de los momentos más importantes relacionados con la posición de un
argentino en el contexto mundial. Ser elegido para llevar adelante el papado
conecta a Jorge Mario Bergoglio con la historia mundial, por pertenecer a
quizás la más influyente y antigua de las instituciones. Es la cabeza de la
Iglesia Católica Apostólica Romana, que posee en la actualidad millones de
fieles y es, además, un muy respetado líder espiritual, reconocido por
diferentes vertientes de expresiones religiosas, políticas y sociales.
La influencia y prédica de su pontificado ha abarcado diferentes temas de
orden mundial relacionados con:
a. Ecología – Encíclica Laudato Si
El Papa Francisco presenta una reflexión profunda sobre el medio ambiente y
la responsabilidad humana hacia la creación, a la que se refiere como “nuestra
casa común”. Destaca la relación estrecha entre la crisis ecológica y las
desigualdades sociales, subrayando que los pobres son los más afectados por
la degradación ambiental. Francisco señala: “Esta hermana [la Tierra] clama
por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de
los bienes que Dios ha puesto en ella” (Laudato Si’, 2).
En la encíclica, llama a una “conversión ecológica” que implique cambios en
los estilos de vida, producción y consumo, impulsando una economía
sostenible que no se limite a explotar recursos naturales. El Papa también
menciona la necesidad de una ecología integral, que abarque tanto el respeto
por el medio ambiente como la justicia social, ya que ambas están
íntimamente relacionadas: “No habrá una nueva relación con la naturaleza sin
un nuevo ser humano” (Laudato Si’, 118). b. Fraternidad y Solidaridad – Encíclica Fratelli Tutti;
Francisco promueve la fraternidad y la amistad social como fundamentos para
construir un mundo en paz y con justicia. Reconoce que las sociedades
actuales enfrentan divisiones, xenofobia y falta de solidaridad, y hace un
llamado a “soñar como una única humanidad, como caminantes de la misma
carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos”
(Fratelli Tutti, 8). La encíclica critica el individualismo que separa y propone,
en su lugar, un enfoque de apertura y colaboración entre diferentes culturas y
religiones. El Papa destaca que la paz verdadera solo puede lograrse cuando se
respetan y protegen los derechos y la dignidad de cada persona: “El amor que
se extiende más allá de las fronteras tiene en su base lo que llamamos
“amistad social” en cada ciudad o en cada país. Cuando es genuina, esta
amistad social dentro de una sociedad es una condición de posibilidad de una
verdadera apertura universal” (Fratelli Tutti, 99). La encíclica subraya,
además, la necesidad de “una mejor política”, enfocada en el bien común y en
la protección de los más vulnerables (Fratelli Tutti, 154).
En cuanto a sus conceptos relacionados con la sociedad, Bergoglio siempre
rechazó las dialécticas que enfrentan, y su ideal es el poliedro, que tiene
muchas facetas, muchísimos lados, pero todos formando una unidad
cargada de matices. El poliedro es una sociedad donde las diferencias puedan
convivir, complementándose, enriqueciéndose e iluminándose unas a otras. De
todos se puede aprender algo; nadie es inservible, nadie es prescindible.
Entre sus críticas a las sociedades actuales, sostuvo más de una vez que hay
gente que tiene sitio, que tiene cabida, y hay gente que sobra, que son dejados
de lado, tirados como descarte en verdaderos volquetes existenciales, en esto
de la proliferación de una cultura del descarte.
Durante su pontificado, realizó cantidad de viajes llevando su mensaje de paz,
cultura del encuentro y justicia, además de advertir sobre situaciones de
migrantes y guerras, pobreza.
Si bien el perfil de su papado adquirió características únicas y singulares, no
podemos dejar de señalar que su enfoque en muchas temáticas tuvo su
origen durante su ejercicio sacerdotal en la Ciudad de Buenos Aires. Esto
no sólo denota una gran coherencia, sino también un rasgo distintivo de
nuestra ciudad.La visión y mensaje del Papa Francisco es de gran influencia para los
católicos en particular y para el mundo en general. Complejo es resumir la
predica de su pontificado en tan pocas palabras. Y más aun entendiendo que
su mensaje data desde su ejercicio sacerdotal en la Ciudad de Buenos Aires.
Los que tuvieron oportunidad de conocerlo, remarcan su coherencia no
solamente en términos teóricos sino también en su persona, demostrando en
más de una oportunidad su desapego a lo material así como también su mismo
corazón, que pone primero a los que están abajo, que no se resigna en aceptar
la sociedad del descarte, que lucha por el cuidado de la casa común, que sigue
bregando por los derechos de los migrantes que son expulsados de sus tierras,
entre otras tantas banderas que el Papa ha abrazado a lo largo de estos años.
Como una simple muestra de la importancia que tiene y tendrá un ciudadano
de la Ciudad de Buenos Aires y el orgullo que representa, que un argentino
esté impulsando una agenda del encuentro, de la paz en el mundo, del
entendimiento entre religiones y culturas, llevando un mensaje que erradique
todo tipo de violencia, que busque empatizar con el otro y no juzgar. Creo de
vital importancia para el tiempo que corre nuestra Nación y para el mundo
moderno distinguir a tan importante persona, buscando hoy más que nunca
que los argentinos que tanto nos gusta insistir sobre disidencias, podamos
encontrar puntos de acuerdo en tan poderoso mensaje que difunde Su
Santidad.
Aun sabiendo que la posibilidad de entregar en persona o en un acto esta
distinción, es remota, creó en forma contundente que no puede escapar a esta
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que uno de los hijos más
dilectos de esta Ciudad sea honrado por la casa de los representantes de los
vecinos de la Ciudad. No importa el credo, filiación política o condición
social, estamos hablando de un porteño que le habla al mundo y que hasta
hace no mucho tiempo caminaba entre nosotros. A su vez me he esforzado en
hacer partícipe de esta iniciativa no solamente de mi bloque, sino de todos los
bloques existentes en esta Legislatura a fin de que este proyecto sea un justo
reconocimiento de todos.
Por lo anterior expuesto, y entendiendo que no es aventurado afirmar que,
hasta ahora, Jorge Mario Bergoglio es el argentino más trascendente de la
historia en el contexto internacional, solicito a mis pares la aprobación del
presente Proyecto de Ley.