SAN LORENZO LE GANÓ A INDEPENDIENTE Y QUEDÓ COMO ESCOLTA DE BOCA

Inestable, dinámico y cambiante, el fútbol guarda en sus entrañas la capacidad de diluir las euforias y disipar las sospechas a la velocidad del rayo. Un equipo sólido y reconocible puede entrar en la ruleta de la confusión en menos tiempo que cambia el clima, y otro que acumula críticas de pronto se acomoda, confía y se siente indestructible. A un técnico ovacionado se le empiezan discutir las decisiones y otro observado de reojo de pronto la vida comienza a sonreírle.
En esos caminos de direcciones opuestas parecen hallarse Independiente y San Lorenzo. Al Rojo que se cansó de levantar elogios durante un año se le han nublado las ideas, crear ocasiones de gol le cuesta horrores (y cuando las crea las falla), y por el contrario, recibe goles con una facilidad impensada. Entonces sus hinchas, los mismos que se gastaron las manos aplaudiendo a Ariel Holan, vuelven a estar más atentos a los errores arbitrales que al juego.

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