SAN MARTÍN: SOMOS LIBRE, LO DEMÁS NO IMPORTA NADA
Hoy se conmemora un aniversario más del fallecimiento del General San Martín, el libertador de Argentina, Chile y Perú, del que tanto se enseña en las escuelas y quien tuvo siempre un permanente desafió: la muerte. Desde muy joven se enfrentó a ella, venciéndola varias veces durante mucho tiempo.
La muerte: la última batalla a la que se oponen todos; un fenómeno democrático que devora y borra del mapa a todos por igual. Sin embargo, en algunos casos, sólo del plano físico ya que permanece en la memoria de muchos. Tal como ocurrió con el General.
Cuentos, novelas y cómics sobre el Libertador y sus aventuras cuentan que en 1801, con tan solo 23 años, el Teniente San Martín fue interceptado por cuatro bandidos, mientras galopaba solo y de madrugada, en una zona boscosa y angosta del camino en los territorios españoles de Valladolid. Los ladrones le ordenaron entregar su maleta en la que llevaba dinero de los sueldos de sus soldados. Pero el patriota argentino, desenvainó el sable y en lucha desigual, los asaltantes lastimaron al futuro Libertador en la mano y lo derribaron con una estocada profunda en el pecho. Durante horas estuvo tirado en el piso desangrándose hasta que fue rescatado inconsciente.
En 1808, cuando las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron Andalucía, los franceses eran muchos y en ese entonces ya el Capitán San Martín con la infantería y 20 jinetes se lanzó contra los sorprendidos galos que no alcanzaron a reaccionar. Al igual que en la batalla de San Lorenzo, en esa contienda corrió serio peligro al rodar su caballo, pero un soldado llamado Juan de Dios le salvó la vida cuando estaba a punto de ser asesinado por un corpulento francés.
A su vez, en 1811, antes de embarcar para las tierras americanas, tuvo un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con un importante comandante francés Williams Carr Beresford.
El 3 de febrero de 1813, cuando el Comandante San Martín marchaba hacia el Convento de San Lorenzo, a pocos minutos de iniciado el combate, su caballo cayó herido y lo aplastó, se dislocó el brazo derecho y esquivó un sablazo mortal que le marcó una cicatriz en la mejilla izquierda para toda su vida.
Ya en su exilio, en Inglaterra siguió enfrentándose a la muerte cuando sufre un grave accidente de tránsito que le ocasionó una profunda herida en un brazo por vidrios de la ventana que se le clavaron y graves traumatismos que lo tuvieron de reposo en cama varios meses.
En 1832 libró una guerra contra la epidemia de cólera y de complicación gástrico intestinal, que lo mantuvo cerca de la muerte por siete meses, según las propias palabras del General.
Asimismo sufrió de asma, paludismo, cataratas, enfermedades venéreas, ulceras insoportables, reumatismo y mal de gota que le paralizaba su mano derecha.
Y sin embargo participó junto a miles de héroes anónimos de una de las hazañas más grandes de la historia de la humanidad: El cruce de los Andes.
¿Cuántas veces que el libertador debió pelear contra el peor enemigo, no?, y ¿cuántas batallas tuvo librar para corromper la corrupción, la desigualdad y la exclusión?
La libertad es la única herramienta posible para haber vencido todos esos grandes obstáculos. Por lo que, no alcanza con recordar cuando murió. Sino, reflexionar lo que está pendiente para continuar. Estos son los valores del General que se deben trasmitir a los jóvenes en las escuelas. 
¿Cuántas batallas nos quedan todavía como sociedad en conjunto?
Quizás, cuando hayamos vencido la gran guerra contra la injusticia disfrazada de corrupción, desigualdad, y pobreza, se podrá recién ahí levantar la cabeza y decir: “General San Martín: somos libres y lo demás no importa nada”.

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