COMENZÓ EL FESTIVAL FIBA 2023
Organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) presenta una nueva edición con lo mejor del teatro, la música, la danza y las artes visuales para disfrutar de forma gratuita. Se desarrollará en más de 50 sedes, tanto al aire libre como en salas, espacios culturales y sitios no convencionales, donde se presentan proyectos locales e internacionales entre producciones y coproducciones, con más de 1500 artistas en escena de todo el país y del mundo, con más de 300 eventos.
Desde Impulso Cultural, te acercamos un listado de obras que contaron con el apoyo de los programas que integran la plataforma.
A continuación les compartimos las actividades recomendadas por Impulso Cultural
Paquito (la cabeza contra el suelo), de Juanse Rausch
Paco Jaumandreu fue marica, modisto, vedette de la moda y showman. Recordado por ser quien vistió a Eva Perón, en 1975 publicó su autobiografía, un documento esencial para la historia LGBT argentina. Desde allí parte este musical onírico, un retrato de su vida: canciones, recuerdos imposibles, números de café concert, estrellas de la escena nacional, escenas hilvanadas por el hilo de la memoria.
La gravedad del encuentro, de Alina Marinelli
La gravedad, esa fuerza inherente a toda materia que mantiene a los cuerpos unidos y en atracción constante, es también una fuerza que nos mueve, nos forma y nos permite permanecer en relación. Ahí donde hay relación se construye un sostén, un espacio donde apoyarse o dejarse caer. La gravedad del encuentro es un proyecto coreográfico en el que cuerpos, piedras, suelo, roces, golpes y polvo se encuentran en prácticas de asociación y colaboración que permiten suspender aquello que creemos estable. Entre vínculos marcados por la erosión, el sedimento y la continua transformación, se construye un modo en común basado en el cuidado.
Performance Telling, de Colectivo Utópico
En este protocolo parasitario, Colectivo Utópico y artistas locales invitados reciclan una obra de la programación oficial del Festival. Cada uno comparte una performance libre de la pieza para construir por yuxtaposición una versión copiada y liberada de la original, al tiempo que se preguntan sobre la diversidad de miradas en la comprensión común de nuestro mundo.
Bailar Bailar, de Virginia Rossi, Florencia Raquel y Damián Malvacio
Proyecto de co-creación de danza con personas adultas mayores. Durante dos meses se realizaron los montajes de A través de tus ojos y Yo bailo con la comunidad de mayores de 60 años de Urquiza. En Bailar Bailar conviven la formación artística, la creación de la obra y la pertenencia a un grupo que fomenta el vínculo y la amistad entre pares.
No hay banda, de Martín Flores Cárdenas
Un autor y director argentino acepta una invitación a estrenar su próximo trabajo en un festival en Brasil. Pero esa obra en realidad no existe. No hay banda propone revisar el proceso de creación y montaje de una obra preguntándose sobre los límites de la existencia y la representación.
La renuncia, de Diego Rosental
Diego baila en soledad una danza que aprendió de manera colectiva. Es una conexión con la huella que ha dejado en él. Inicia un ritual donde superpone capas de pasados que se actualizan en un tiempo presente. Un pasado biográfico y uno colectivo/comunitario se ligan en una gestualidad coreográfica, en un intento por reconfigurar las cicatrices que permanecen en la memoria y en el cuerpo.
Suyay, de Pilar Ruiz
Gringuita espera a Suyay en el establo, a la hora de la siesta. Hoy ya no es como ayer. Los días de Suyay no son los mismos desde que cambiaron algunas cosas en su cuerpo y en su hogar. Gringuita espera, la siesta avanza y el calor también.
La trampa del paraíso perdido, de Patricio Suárez y Rhea Volij
¿Qué podemos afirmar hoy de lo humano en los confines de la técnica, en su vaivén existencial entre lo orgánico y lo inorgánico? ¿Será posible esta vez hacerle una burla a la hipótesis de una historia evolutiva y binaria? En escena, cuerpos anónimos, andróginos, técnico-humanoides buscan diluir fronteras identitarias entre géneros, pero también entre lo humano, lo animal y la máquina.
PachaBananix, de Marta Salinas y Andrea López Ponce
“La Andrea y yo nos conocimos bailando un ardiente verano en el monte. Una noche, una banana desciende de los cielos y nos llama a un acto de fe. Aspirantes a santas populares del culo del mundo, perreamos un remix sentimental de pertenencia y desarraigo. PachaBananix es nuestra hoguera en tanga. Gracias –birgencita– por la Andrea y por este milagro”. La Marta
Teatro Bombón Gesell, fundado por Monina Bonelli y Sol Salinas
Diez obras creadas en residencia exploran la Cámara Gesell como sitio específico. Un proyecto que reúne a artistas, pensadores y curadores de ocho países de Iberoamérica para reflexionar sobre la violencia y la justicia
Un poema para no estar solas, de Hugo Martínez, Noelia Morales y Santiago Piva
Un poema para no estar solas busca intervenir espacios públicos a partir del encuentro creativo entre tres directores escénicos, tres performers, un artista sonoro y la poesía contemporánea. Juntxs ensayarán nuevas relaciones entre la palabra poética, la sensibilidad de los cuerpos y las tramas urbano-arquitectónicas en la búsqueda de otras formas de practicar el encuentro e imaginar la ciudad.
Jardín fantástico, de Agostina Luz López
Un grupo de adolescentes decide dejar de lado a sus familias para reunirse en una casa-jardín con el fin de inventar una nueva forma de vivir juntos. Jardín fantástico es una escritura en voz alta de este grupo de estudio, un diario íntimo colectivo sobre el crecimiento, la familia y el amor. Una instalación en un espacio real que utiliza la fantasía para ensayar nuevas realidades.
Los Herederos – Corazón de colibrí, de Natalia Tencer, Cristián Jensen y Gulliver Markert
Una pieza de danza expresionista. Un mundo disparatado que narra diferentes situaciones dentro de un tiempo anacrónico. Tres personajes que atraviesan estados de diferentes cuerpos. Un rodeo fantasmal que viene a pedir lo que le corresponde. Trovadores que salen de prisa a representar emociones sin final. Modelos vivientes de un cuadro olvidado que se pasean por un territorio sin límites.
Nothing to Hide, de Melina Seldes y Pablo Ariel Bursztyn
Nothing to Hide está basada en la espectacularización del sufrimiento ajeno y los mecanismos de banalización que desarrollan los medios de comunicación como forma de entretenimiento. Haciendo uso y abuso de medios visuales, y de una teatralidad en diálogo directo con el espectador, deja expuesto y al desnudo un espacio escénico que no tiene nada que ocultar y que, quizá, todo lo oculta.
Noestango, de Grupo Noestango
Cinco bailarines buscan reencontrar su identidad artística en el ocaso de la moda del tango. Cinco músicos que se apropian y traen a su presente una música canonizada e intocable. Los une la pregunta de qué hacer hoy con ese legado. Esta no es la repetición de un homenaje, no es un “espectáculo de tango”, es una pregunta que busca generar otra poética, otro lenguaje, otro universo.
Micelias, de Andrea Servera
Somos delicias del jardín trava, creamos ficciones inútiles e improductivas. Algo del brillo opaco de las redes paralelas que nos alojan a las travestis, no binarias, migrantes y mutantes. Algo de la precariedad y el presente y la naturaleza y la artificialidad y la abundancia de la danza como el gesto mínimo del cuerpo en sinestesia con su voz. Algo de nuestra voz