DÍA DE PAROS Y CORTES
Por los bloqueos, hubo poca actividad en la ciudad. Se registraron incidentes en bares de Avenida de Mayo. Moyano y Micheli consideraron la jornada “un éxito”. Para Cristina Kirchner, se trató de “aprietes y amenazas”.


El martes amaneció como si fuera feriado o domingo. Poco ruido en las calles y vecinos paseando a la mañana, con algún que otro vehículo pasando por las esquinas. El corte en los accesos y fundamentalmente la adhesión al paro del sindicato de señaleros de ferrocarriles hizo que las arterias de conexión entre la ciudad y el conurbano quedaran sin vida, aunque la línea Belgrano Sur dio el servicio temprano por la mañana. “Pero no hay que quedarse con la imagen de la ciudad de Buenos Aires, porque el movimiento local fue normal en casi todos los municipios y las provincias”, analizó un funcionario de la Casa Rosada, que evaluaba la medida en el interior del país con los informes que recibía. El paro había sido convocado por la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, la universalización de las asignaciones familiares y la devolución de una deuda con las obras sociales sindicales.

De lo que se trata es de que quien tenga ganas de ir a trabajar, no vaya.” La frase había sido emitida el lunes por el dirigente estatal Pablo Micheli, agitando los 160 piquetes con los que pensaban obstruir los ingresos a la Capital Federal. La amenaza dio sus frutos y la ciudad amaneció como si fuera domingo por la prevención de los trabajadores de no asistir a sus puestos de trabajo, así como no llevar a sus hijos a las escuelas. Para los seguidores del camionero Hugo Moyano y Micheli, el paro general “fue un éxito”. Hubo incidentes frente a bares y cafés para que cerraran y pedradas contra algunas líneas de colectivo que no participaron de la medida de fuerza. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner interpretó que la huelga se trató de “un apriete y una amenaza” (ver página 5).
“Fue una jornada histórica. Sin ninguna duda, la jornada de hoy ha tenido una adhesión mucho mayor de lo que nosotros imaginábamos”, aseguró el líder de la fracción cegetista al analizar el paro en la sede de la calle Azopardo. Acompañado por Micheli y por el dirigente de la CGT barrionuevista Claudio Acuña, Moyano se mostró exultante en su conclusión sobre el acatamiento de la huelga que a esa altura llevaba 16 horas, pero ya había cumplido el objetivo de impedir que los trabajadores pudieran acercarse a su trabajo. El dirigente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Eduardo Buzzi, también sonreía y le explicaba a quien se acercara que había viajado sin problemas y que “en la ruta 8 no se veían ni los pajaritos”. Solo faltó el representante de la Sociedad Rural Argentina, que también forma parte de la nueva alianza que impulsa Moyano y que se plegó al paro.
El paro reunió a un grupo de gremialistas y dirigentes que tenían poco en común hasta hace unos meses. Con los piquetes que montaron en los ingresos a la ciudad, la huelga consiguió una mayor efectividad, que igualmente no ocultó el hecho de que debieron levantar la movilización inicialmente convocada a la Plaza de Mayo. Las diferencias entre Moyano y Micheli en ese punto se dieron desde que conformaron la nueva sociedad gremial contra el Gobierno. “Es más fácil bloquear los ingresos a la ciudad con algunos afiliados que movilizar a la plaza y te cuenten las costillas. Evidentemente no confían en su capacidad de movilización”, sostuvo un importante dirigente gremial de la CGT oficial, que conduce el metalúrgico Antonio Caló.

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