LA LÓGICA DE SABELLA A LA HORA DE CONVOCADOS

El entrenador de la Selección Argentina entregó la lista de 23 convocados para el Mundial de Brasil 2014 y, a pesar de algunas sorpresas, el entrenador mantuvo su idea por sobre los nombres.


No hubo sorpresas estridentes en la nómina definitiva que entregó Alejandro Sabella. La presencia de Éver Banega, después de su paupérrimo semestre en Newell’s, respondía únicamente a la carencia de variantes de primer nivel. Con Fernando Gago tocado, era número puesto para ocupar su lugar ante cualquier merma física, más por necesidad que por mérito propio. Con un talento tan insondable como su displicencia, Pachorra decidió desafectarlo a último momento.

La confección de la lista argentina está pergeñada con la lógica del pragmatismo, un sesudo análisis en el que nada está librado al azar, en la cual el caprichoso destino está cercenado por decisiones argumentadas, una construcción arquitectónica en la que toda elección tiene un motivo, en la que cada nombre justifica un pretexto.
Sabella apostó por la polifuncionalidad y optimización de sus recursos. No falta ninguna estrella, al margen del delicado caso de Carlos Tevez. Quiénes sembraron méritos cosecharon la convocatoria a Brasil. Los nombres propios que se barajan como imperdonables ausentes no hubieran modificado radicalmente el amperímetro de la Selección Argentina. Salvo en el arco, los esenciales, los insustituibles, están todos.
El punto débil de Sabella radica en la inseguridad que entregan los arqueros citados. Sergio Romero, el titular indiscutido que apenas jugó en el Mónaco francés. Mariano Andujar, hombre de confianza de Pachorra en su Estudiantes campeón de la Copa Libertadores, sufrió el descenso con el Catania pero fue transferido al Nápoli. Agustín Orion es uno de los pocos que tuvo aceptación general, aunque siempre acompañado de otros dos nombres que brillaron en el fútbol argentino como Marcelo Barovero y Sebastián Saja.
Afuera de toda consideración quedó Wilfredo Caballero, el mejor arquero argentino en la temporada en un Málaga que lo llevó a lucirse en escenarios imponentes frente a los equipos más importantes del mundo.
En la última línea quedó marginado Nicolás Otamendi, quien había padecido Sudáfrica 2010 en el lateral derecho. Con una defensa consolidada (Zabaleta-Garay-Fernández-Rojo), Martín Demichelis sorprendió con su inclusión después de monumental sprint final en el Manchester City. Hugo Campagnaro, central o lateral derecho, y José Basanta, zaguero o lateral izquierdo, fueron premiados por su polifuncionalidad.
José Sosa, hombre de la casa Pincharrata, fue el desafectado en el mediocampo junto a Banega. Mascherano, Gago y Di María serán titulares, al menos durante la primera fase. Biglia funcionará como alternativa en el doble cinco junto a un Enzo Pérez de espectacular y multifacético rendimiento en el Benfica. Augusto Fernández y Maxi Rodríguez se ganaron su lugar como revulsivos junto a un Ricardo Álvarez que aportará pausa en el medio del caos cuando el equipo necesite descansar y bajarle el tempo al partido.
Los delanteros eran un número puesto. Messi y diez más es una fórmula más que conocida, aunque Sabella logró cobijarlo en un equipo que deja el alma por él. Pachorra privilegió al jugador útil e inteligente, aquel que entiende que no hay una única forma de ganar y que se adapta a diferentes escenarios a lo largo de noventa minutos. Con Sergio Agüero como emblema, también forjó un equipo que comprendió que tiene un handicap insondable, un as de espadas que es la diferencia entre un gran equipo y un campeón del mundo

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